Las personas reflexionamos sobre la energía desde que tenemos conciencia, es mucho lo que se ha dicho y se sigue diciendo, sin embargo, seguimos sin poder sujetarla demasiado. Desde lo más general, el paradigma del conocimiento en que nos paramos nos sugiere que no existen las definiciones únicas, homogéneas, acabadas. Así mismo, si es que “somos energía”, definirla sería autodefinirnos, y eso siempre es inacabado.
En lo más específico, lo que puede observarse en la diversa bibliografía al respecto es que la concepción de la energía varía dependiendo del objeto de estudio.
Y es en este último sentido que vamos a elegir un modelo explicativo que nos sea útil para acercarnos a ciertas concepciones. Así que empezaremos diciendo esto:
Todo en el universo vibra.
Todo ser, organismo u objeto se expresa de modo vibrante. Con esto queremos decir que las cosas y los seres, lo más pequeño y lo más extenso (y también sus partes constitutivas), poseen un modo de moverse que le es propio y particular. Es un movimiento que no es común que sea sensible a la percepción ordinaria, para lograr tener un contacto sensitivo a esta calidad de movimiento es necesario “afinar” nuestra percepción.
En occidente, recién entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX se realizaron las primeras teorizaciones y algunos experimentos que dieron lugar a lo que se denomina física cuántica, teoría física en la que la ciencia contemporánea basa la mayor parte de sus avances intelectuales e invenciones tecnológicas actuales, herramientas que nos acercan a este saber.
Otras culturas, la Indú, la China, la Japonesa en Oriente, la Maya, Azteca e Inca en América, la Egipcia en África, entre otras, han tenido acceso a este saber en la antigüedad y, especialmente las orientales, a pesar de los vaivenes socio-históricos, han logrado mantener vigentes los aspectos fundamentales de esa cultura hasta nuestros días, más aún, han orientado desde ellos el sentido de sus ciencias y sus artes, garantizando así el contacto con esta sabiduría.
Hoy en día una parte del conocimiento sobre este movimiento es accesible a todas las personas, tanto porque la ciencia occidental contemporánea ha desarrollado comprensiones, mecanismos, técnicas e instrumentos que nos permiten conocer gran parte de la información que este movimiento lleva consigo (conocimiento que, contradictoriamente, es vetado de nuestro saber intuitivo a través de los modelos de educación formal), como también por la apertura masiva que el “saber oriental” ha tenido en las últimas décadas hacia occidente.
Lo nombramos vibración en lugar de movimiento, porque es un movimiento muy pequeño y fundamentalmente porque sigue un patrón que se repite de continuo.
El estado vibratorio de una partícula, sustancia, objeto u organismo es algo que lo identifica, podríamos decir que es su huella digital energética, con la diferencia que la vibración de algo, en especial la de las personas, no necesariamente se mantiene idéntica con el paso del tiempo. El estado vibratorio está más bien relacionado con el aquí y ahora. Es la expresión energética que algo o alguien ha alcanzado tras su desarrollo y sus aprendizajes al momento presente.
La energía es, quiero decir existe, y por tanto se expresa, y entre otras formas se manifiesta a través del movimiento, y la forma que ese movimiento toma en cada unidad material (orgánica e inorgánica) es la expresión del ser, de ese ser en particular.
¿Qué puede ser la energía entonces?
Nosotres vamos a decir que es el estado vibratorio de todas las cosas y todos los seres.
Y también su potencial. Porque la energía de cada quien también posee la capacidad de aprender nuevas maneras de moverse y la habilidad de relacionarse con otras energías.
Siguiendo esta última idea, si hablamos de elementos químicos (átomos) y de estructuras cristalinas, cada elemento posee un estado vibratorio particular como así también cada estructura cristalina posee el suyo.
Así un átomo de silicio (Si) tiene su propio estado vibratorio, muy similar, por cierto, a todos los demás átomos de silicio y bastante diferente a átomos de otras sustancias. Con algunos de ellos no se reúne (aunque jamás cuestiona su existencia) pero en ciertos átomos encuentra complementariedad, este es el caso del oxígeno (O). El silicio y el oxígeno, en esta acción/desición, se han convertido en algo más allá de sus capacidades aisladas, ahora son Dióxido de Silicio (SiO2), está nueva sustancia integra sus características individuales pero es más que la sumatoria de ellas, mejor dicho es diferente. El SiO2 tiene su propia cualidad vibratoria y resonará, o sea, se relacionará a través de ésta, con otros similares y con otros complementarios. Podríamos decir que el silicio y el oxígeno aprendieron a cooperar, aprendieron a moverse de tal modo que lograron compartir sus propiedades para equilibrarse a sí mismos y en ello descubrieron nuevas posibilidades, al igual que lo hacen dos personas que deciden desarrollar un proyecto juntas, o bailar, o formar una familia.
Además, el SiO2 ya no es un átomo, es una molécula, esto implica que cada átomo que participa de ésta (en este caso son tres: dos de oxígeno y uno de silicio) se ubica en una zona relativa del espacio, determinada por la fuerzas de atracción y repulsión entre cada átomo, produciendo así una organización espacial específica, luego, la reunión de varias moléculas, cuando alcanzan el estado sólido, puede dar lugar a lo que conocemos como estructura cristalina. Esa forma que los átomos y las molécula toman en el espacio es también parte de la cualidad vibratoria de un cristal, o dicho al revés, el estado vibratorio que adquiere la reunión de átomos y molécula en un sólido, le otorga su forma espacial y su estructura cristalina.
Si los observamos en el mundo macroscópico podemos ver que el oxígeno (O) es gaseoso, el silicio (Si) es sólido y metálico y el dióxido de silicio (SiO2) es el conocido cristal de cuarzo, con sus características particulares, con sus propias cualidades vibratorias.
Del mismo modo, cuando se reúnen dos personas (o más, claro), además de poder seguir haciendo lo que cada una sabe y puede aquí y ahora, podrán hacer otras cosas, nuevas cualidades y capacidades nacerán del encuentro de ambas energías, claro, siempre que ambas se presten la suficiente atención y aprendan nuevos modos de moverse, para integrarse, para vibrar juntas.
O, cómo dice Eugenio Carutti “aprender a renunciar a los impulsos para comprender lo que el otro siente y que eso me transforme. Provocar un aprendizaje mutuo en alterar los propios impulsos.”[1]
León Meotto
15 de abril de 2019.
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[1] De una entrevista a Eugenio Carutti. Seguí el link: https://youtu.be/J-HcQr_vx8s
(1) para indagar algo más sobre energías de atracción y repulsión lea: https://resonanciassaludyvida.blogspot.com/2019/02/el-movimiento-del-deseo.html